Komunikazioa | Udala
Noticias
06·05·2021
Han pasado tres años desde que el corredor de montaña urnietarra Jokin Lizeaga cayera a un agujero de 20 metros en una carrera celebrada en Asturias. Afortunadamente logró salir con vida de aquel terrible suceso. Desde entonces, ha tenido que trabajar duro para dejar atrás las secuelas físicas y psicológicas provocadas por aquella situación extrema, pero tras superar la carrera más dura y difícil de su carrera volvió a correr de nuevo el 17 de abril en un bonito y emotivo acto, y bajo el apoyo de los y las vecinas de la localidad. Ahora quiere mirar hacia adelante y tiene la ilusión de seguir disfrutando de lo que más le gusta.
Fue un día especial el de tu regreso, ¿cómo lo viviste?
Fue un día redondo. Hice el recorrido a gusto y contento. Tuve la oportunidad de tener feedback con los aficionados, y luego, ver tanta gente en la plaza fue muy bonito. Era un acto de agradecimiento al pueblo, a la familia y a los amigos por todo el apoyo y el ánimo que me han dado en estos tres años. Por otro lado, creía que era una buena oportunidad para dar a conocer los tesoros naturales que tenemos en Urnieta.
Se vivieron momentos muy emotivos.
La gente se emocionó. Mucha gente de Urnieta es consciente de lo que he sufrido porque el accidente fue grave, las consecuencias son graves y el proceso realizado en este tiempo también ha sido muy duro.
El calor de la gente quizás te dejó un sabor más dulce que una gran victoria.
A mí me gusta ganar y para eso entreno, pero hay cosas más allá de las victorias. El amor y el calor de la gente, por ejemplo, me da más que cualquier victoria. Si fuera profesional, quizás las victorias influirían en lo económico, pero en nuestra modalidad las victorias no te cambian la vida. Este tipo de gestos en cambio, te pueden cambiar la forma de vivir y la ilusión.
Seguramente el tiempo no sería lo más importante, pero la marca fue buena y te serviría para coger confianza.
Estoy contento con el tiempo que hice. El recorrido era duro y largo. Yo soy muy positivo y trato de ver algo de luz incluso en la oscuridad, pero en los últimos años los momentos pesimistas han sido más que los optimistas, porque los dolores y los problemas me han puesto impedimentos a la hora de correr y hacer una vida normal. Con esta realidad la cabeza da muchas vueltas. Ser capaz de salir a la plaza fue grande para mí y terminar bien también.
Se creó una gran repercusión con tu regreso y supongo que eso no sería fácil de gestionar.
Las revistas, los periódicos, la televisión… me han llamado de muchos sitios y he salido en toda la prensa del País Vasco. Es una historia profunda más allá del deporte. Ese binomio entre la vida y la muerte da que hablar, y no tengo problema en contar todo lo ocurrido y pasado. Esto produjo interés y la curiosidad de la gente era grande.
¿Cómo recuerda el día de la caída? Es evidente que fue un día fatal, pero también afortunado.
Estuve más cerca de la muerte que de la vida. No obstante, ahora estoy aquí, estoy contento y estoy sano, y eso hay que valorarlo. El proceso posterior ha sido duro, pero sacando el lado positivo puedo decir que me ha enseñado muchas cosas. He tenido tiempo de asimilar claramente cuáles son los valores de la vida.
Así que te ha servido para desarrollarte como persona.
Afortunadamente, antes también valoraba las cosas que realmente importan. Tenía facilidad en el rendimiento deportivo para conseguir buenos resultados, pero tenía claro que no todo es el resultado final, ya que hay cosas mucho más importantes. Ahora, tengo más claras esas cosas. Hay que saber vivir y valorar los momentos porque los accidentes y las desgracias pueden ocurrir en cualquier momento. Todos tenemos preocupaciones y problemas, pero hay que relativizarlos. Nosotros somos ricos, tenemos salud, tenemos comida, buen sitio para dormir y mantenemos la casa a 20 grados durante todo el año.
¿Qué consecuencias te ha dejado la caída?
Sufrí una degeneración en el nervio óptico y a medida que sube la temperatura pierdo la vista en el ojo izquierdo. Ya me he acostumbrado, por lo menos veo por el otro ojo y hay que seguir adelante. Cuesta abajo no es fácil y cuando hay lluvia o niebla me cuesta más. Por otra parte, la parte de debajo de la pierna y el tobillo no los tengo del todo bien, pero me he acostumbrado a correr con el dolor. Mientras no vaya a peor contento.
El hecho de haber vivido aquella situación extrema también influirá psicológicamente, ¿no?
Ahora soy más temeroso. Con la altura el cuerpo se me contrae y se me tensa, me produce inseguridad y me vienen pensamientos relacionados con la caída. Hasta ahora no he conseguido quitarme todos esos pensamientos y ando cerca de casa. Hace mucho tiempo que no he subido montañas altas o peligrosas. Tendré que enfrentarme poco a poco a esos miedos porque quiero seguir disfrutando de la montaña.
¿Cómo te imaginas el futuro? Este fin de semana has competido en el Campeonato de España. ¿Piensas volver a los Mundiales?
Se convirtió en un deseo volver a la competición y volver a hacer lo que hacía antes. No sé cuánto aguantará el cuerpo sin tener alguna crisis, pero intentaré competir hasta que eso ocurra este año y me gustaría participar en las pruebas del Mundial. El 6 de junio estoy inscrito en Austria. No sé qué nivel voy a dar, pero me conformo con tener continuidad.